miércoles, 3 de junio de 2015

Neurodesarrollo en la vejez

El envejecimiento cerebral  debe de ser entendido dentro del contexto del organismo humano en su conjunto. Una parte del envejecimiento depende de la genética propia y otra del ambiente en que estamos inmersos y con el cual interaccionamos. Las neuronas como es conocido representan la base de la actividad cerebral donde además existen otras células que modulan dicha actividad. La función de los radicales libres de oxígenos sobre determinadas biomoléculas altera la actividad neuronal en esta etapa. El envejecimiento también puede determinar la aparición de enfermedades neurodegenerativas, esto altera la actividad neuronal y se relaciona con el deterioro cognitivo que concluyen en su mayoría con la demencia; con esto es apropiado actuar sobre nuestro ambiente (nutrición, educación, entorno social, sanidad, etc.) ya que con lo genético no podemos hacer más. “El envejecimiento de cada uno de nosotros es un aspecto concreto y no podemos entender el envejecimiento individual, es decir el cumplir años e ir atravesando las diversas etapas del ciclo vital, sin entender el envejecimiento de la población de forma general ya que envejecemos en el contexto de una población” (Tinetti, 2010).
Las células del cuerpo humano se pueden clasificar; desde el punto de vista de su capacidad de proliferación, en dos tipos básicos Un grupo de células tienen capacidad de proliferación (mitosis) durante toda la vida del individuo, aunque ciertamente su cinética se ve disminuida con el envejecimiento. El otro grupo lo constituyen aquellas células que no se dividen por mitosis una vez han alcanzado su límite poblacional; es decir que el mismo número de células que se tienen al nacer son las que se mantienen a lo largo del ciclo vital de la persona. Estas células que no entran en el ciclo proliferativo (mitosis) permanecen en la llamada fase G0 del ciclo celular y las células que pertenecen a este grupo son las del cerebro (neuronas) y corazón (fibras musculares estriadas del corazón) que son el pilar de la vida en cierto sentido.
Existen diversos abordes para el ciclo vital de individuo para explicar los fenómenos que acontecen a lo largo de ella, y la parte final de este ciclo está ocupada por lo que llamamos envejecimiento y culmina con la muerte. Desde un punto de vista biológico no se puede establecer una fecha concreta de comienzo del proceso de envejecimiento de hecho hay teorías de que el envejecimiento comienza desde la fecundación y otros dicen que es cuando la fertilidad femenina desaparece, pero en forma más general el envejecimiento biológico se relaciona con la edad biológica que establece nuestra edad con parámetros homeostáticos y esto nos lleva a pensar en el estado cognitivo de la persona y la posible pérdida de potenciales mentales. De forma legal-demográfica comienza a los 65 y a esto es a lo que llamamos edad cronológica.
El envejecimiento cerebral se da por la afectación del sistema nervioso y lo vemos reflejado en la reducción de sensibilidad, la perdida de potencial motor y la disminución de nivel cognitivo al que habíamos llegado en la edad adulta. Estas pérdidas varían con cada persona. Podemos observar este deterioro en las neuronas con el cambio morfológico fundamentalmente en el depósito de material de desecho en su citoplasma en forma de pigmento (lipofuscina: La lipofuscina consiste en lisosomas que contienen en su interior moléculas no catabolizadas, generalmente lípidos, que se van fusionando unos con otros y con el envejecimiento neuronal tienden a formar grandes masas en el citoplasma de las neuronas), reducción del árbol dendrítico y del número de sinapsis que se establecen sobre cada neurona y de las que ella misma forma sobre otras neuronas.
La característica funcional más importante de la presencia de lipofuscina asociada al envejecimiento sea el hecho de que la mayor parte de los orgánulos citoplasmáticos degradados sean mitocondrias. Las mitocondrias son la fuente fundamental de radicales libres de oxígeno (RLO). Se ha demostrado que los RLO son muy tóxicos y dañinos para diferentes moléculas de las células, principalmente, el ADN tanto mitocondrial (ADNmt) como nuclear (ADNn), las proteínas y los lípidos de las membranas (membrana plasmática) y de los sistemas de citomembranas (retículo, mitocondria, dictiosomas del Golgi, etc.) de los orgánulos celulares.
Otras alteraciones que se dan en la vejes es en la sinapsis, la disminución, durante el envejecimiento, del número de sinapsis o la reducción de su capacidad funcional por alteración en la síntesis, liberación y unión del neurotransmisor que se libera al espacio sináptico con el receptor postsináptico es una de las alteraciones más frecuentemente observadas en estudios de autopsias en humanos. Generalmente las reducciones más importantes en el número de sinapsis se producen en las neuronas de mayor tamaño y en aquellas que poseen los axones más largos (neuronas de proyección) mientras que las de menor tamaño y con axones cortos que sinaptan en su vecindad (neuronas de asociación) suelen estar menos afectadas. Este hecho explica que las enfermedades neurodegenerativas tengan su sustrato neuronal en neuronas piramidales de gran tamaño de la corteza e hipocampo (Enfermedad de Alzheimer, EA) y la sustancia negra (Enfermedad de Parkinson, EP). Las lesiones neuropatológicas de la EA son de dos tipos: las que se localizan en el citoplasma neuronal y las que se observan en la matriz extracelular del sistema nervioso; en el citoplasma de la neurona se afectan los neurotúbulos de su citoesqueleto y estos se desestructuran por alteraciones en una proteína que los mantiene estables (proteína tau) y en la matriz extracelular de las zonas afectadas en la EA, se produce un depósito de un fragmento proteico insoluble, el beta-amiloide, que es parte de la denominada proteína precursora de amiloide (PPA) componente integral de la membrana neuronal.
El envejecimiento promueve la activación de diversas vías neuronales que inducen alteraciones en el equilibrio iónico y la reducción de los niveles energéticos en las sinapsis. Durante el proceso de envejecimiento se puede producir una reducción en la capacidad de las neuronas para sintetizar los neurotransmisores que actúan en las sinapsis y de aquí la alteración en los niveles homeostáticos, que ocasionan diferentes patologías que se ven incrementadas en esta etapa, por ello la reducción de acetilcolina es una de la características más notables en la enfermedad del Alzheimer y la reducción de la síntesis de dopamina es la característica típica de la enfermedad de Parkinson; y para intentar mantener la homeostasis de la neuronas la proliferación de astrocitos se activa, de tal forma que aunque el número de neuronas se reduce durante el ciclo vital, el número de células de glía se incrementa como efecto compensatorio.

Como mencionaba anteriormente el deterioro en la vejez es en conjunto del organismo así que también debemos de observar la barrera hemato-encefálica (BHE) que es el lugar selectivo para el intercambio de nutrientes entre la sangre y el parénquima cerebral y con el envejecimiento los sistemas de transporte molecular que operan a este nivel se ven reducidos con las consecuencias metabólicas que esto tiene para el normal funcionamiento del sistema nervioso.
Otro deterioro que el envejecimiento cerebral determina es, de forma fisiológica, que hace que se produzca la pérdida de capacidad de síntesis de hormonas hipotalámicas, en este caso FSH (hormona folículo-estimulante y LH (Hormona luteinizante) y se llegue a la menopausia.


Desde el punto de vista de la psicología y la antropología, la pérdida de capacidad reproductora de las mujeres, las libera del gasto energético que supone el embarazo, la lactancia y cría y les permite reorientar sus actividades sociales. Una de estas es, actualmente, la atención a los nietos. Se ha postulado que el incremento de la longevidad está de alguna manera relacionado con el “efecto abuela” por el cual son las personas mayores las que actúan en los procesos de ayuda a la crianza de menores y esta dedicación determina, de alguna manera, que se incremente la longevidad; además se ha demostrado que aquellas personas que habían estimulado su cerebro (y su organismo) durante las fases anteriores de infancia, juventud y etapa de adulto, mostraban mejores resultados cognitivos que aquellas personas que no habían tenido la estimulación suficiente, también diversos meta-análisis han mostrado que la herencia explica como máximo el 25% de la longevidad y el 75% restante lo explica el ambiente.

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